No me maltrates by Bernardo Stamateas

No me maltrates by Bernardo Stamateas

autor:Bernardo Stamateas [Bernardo Stamateas]
La lengua: spa
Format: epub
editor: 2014
publicado: 2013-05-14T22:00:00+00:00


3. ¡ADIÓS, ENOJO!

Cada vez que nos enojamos mucho, perdemos. Quien se enoja pierde. Perdemos en primer lugar las cosas buenas, las bendiciones. El enojo te quita el sueño. El enojo no te deja dar el siguiente paso. El enojo siempre nos hace perder.

El enojo también nos hace perder las relaciones. ¿Cuántas parejas se han roto por estar enojados? El hombre violento, maltratador, pierde a su mujer, a su familia. Lo mismo pasa con los padres que han discutido con sus hijos, los hermanos que se han peleado entre ellos, porque el enojo conduce a perder la relación de pareja, la de padres e hijos y la que se mantiene con los amigos.

En un centro de Carolina del Norte se descubrió que la gente que se enoja pierde posibilidades de ser ascendida en el trabajo y es despedida de su puesto. Por lo tanto, enojarse también lleva a perder dinero. Esto empeora la situación y nos cuesta más resolver problemas difíciles. Cuando estamos enojados la capacidad de actuar efectivamente disminuye, quien reacciona así no puede pensar con claridad.

Una buena manera de no enojarse tanto es expresar las pequeñas frustraciones para no ir reuniendo malestar hasta explotar. Por eso las mujeres se enojan menos que los hombres, porque las mujeres hablan. Los hombres no hablamos de nuestros problemas. Tenemos que empezar a hablar; pero hablar palabras de paz, porque esa paz de la que hablamos genera más paz.

Y si estamos enojados, no hablemos. ¿Podemos estar enojados? Sí. ¿Es malo estar enojados? No. El problema está en hablar enojado, porque entonces lo que haremos es generar adrenalina y la adrenalina no quiere hablar: quiere lastimar, quiere descargar.

El dueño de la empresa le gritó al administrador porque estaba enojado; el administrador llegó a su casa y le gritó a la esposa que gastaba mucho dinero; la esposa le gritó a la empleada porque esta rompió un plato; la empleada le pegó al perro porque la hizo tropezar; el perro salió corriendo y mordió a una señora que iba por la acera; la señora fue al hospital a vacunarse y cuando el joven médico le puso la inyección, le dolió y ella le gritó; el joven médico llegó a su casa y le gritó a su madre porque la comida estaba fría; su madre le acarició los cabellos y le dijo: «Hijo querido, te voy a preparar tu comida favorita. Trabajaste mucho hoy, tienes que descansar. Te quiero. Hasta mañana.» Y así fue como el amor de una madre cortó ese círculo de gritos.34

Entonces, cuando estemos enojados u ofendidos, no hablemos. Pensemos: «No es el fin del mundo lo que está pasando, esto también va a pasar, algún día me voy a reír de esto.»

Y si la otra persona está enojada o se ha ofendido, tampoco hables. Si alguien está muy enfadado, no le digas: «No te enojes», porque le molestará. No culpes, no amenaces, no diagnostiques, no sermonees, no des un ultimátum, no ridiculices. Porque cuando uno está enojado, la adrenalina no nos deja pensar.



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